El café, esa popular bebida que logró posicionarse como la segunda más consumida a nivel mundial por detrás del agua, en Argentina es parte de la rutina de muchos ciudadanos, a tal punto que se calcula un consumo promedio anual de 208 tazas por habitante. Además, nuestro país alberga a diversas empresas líderes del rubro. La ciudad de Mar del Plata no es la excepción, dado que en los últimos años experimentó un boom cafetero. Entre 2021 y 2024, la Municipalidad de General Pueyrredon otorgó 391 habilitaciones para la apertura de cafeterías. Tan solo en 2024 abrieron cerca de 80 de estos establecimientos. La variante que tuvo más crecimiento fue el café de especialidad, cuya llegada a “La Feliz” se dio hace unos diez años atrás. A pesar de estos datos… ¿sabían que la preparación de esta bebida esconde un tesoro poco explorado? Veamos…

Sí, nos estamos refiriendo a la borra del café. Sin entrar en tecnicismos, podemos definirla de manera sencilla como el residuo orgánico que permanece luego de preparar el café. A nivel global, se estima que se generan alrededor de 6 millones de toneladas de borra al año. En Argentina, esta cifra es de alrededor de 3 mil toneladas anuales. Esta situación plantea desafíos en relación a su gestión y disposición final, ya que normalmente termina en rellenos sanitarios o basurales a cielo abierto con la fracción orgánica de los residuos sólidos urbanos (FORSU) que, de forma general, representa cerca de un 50% del total generado en países de ingresos medios y bajos. Su gestión inadecuada provoca impactos socioambientales diversos como la emisión de gases de efecto invernadero, la contaminación de agua y suelos y la aparición de vectores de enfermedades.

Sin embargo…no todas son malas noticias! Es posible valorizarla para reducir los impactos mencionados. Su composición química rica en compuestos orgánicos (carbohidratos, lípidos y proteínas) y minerales, la convierte en una plataforma interesante para elaborar productos con mayor valor agregado, bajo un esquema de economía circular. Entre estos podemos mencionar a la bioenergía, los biopolímeros, las enmiendas de suelos, los alimentos funcionales y cosméticos. Como vemos, sus aplicaciones son muy amplias pero no se limitan a cuestiones meramente productivas. Su eficiente aprovechamiento redundará en beneficios sociales como la generación de empleos de calidad; ambientales en relación a la reducción de emisiones y residuos, y económicos dado que se generan ingresos a partir de sus ventas y se reducen costos asociados a la gestión de residuos.

 

Dicho esto, ¿se animan a decirnos a qué les suenan estos tres beneficios?… Sí, adivinaron! Son las tres bases fundamentales del triple impacto, donde no solo se busca rentabilidad económico-financiera sino que también, beneficiar a la sociedad y el entorno donde se ubica una empresa. Desde nuestro emprendimiento creemos firmemente en que se puede generar valor con un propósito.

En Borrart estamos convencidos que la borra es una semilla para un futuro más promisorio para todos y todas. ¡Aprovechémosla y transformemos lo ordinario en extraordinario!

Estén atentos y atentas, ¡que se vienen más cosas!

Iván Prado – Referente I+D de Borrart